domingo, 14 de junio de 2009




Como colofón de este blog, en cuanto a cuestiones literarias, aquí adjunto uno de los últimos libros que ha caído en mis manos. Llegó como regalo a mi hija María tras su convalecencia en el hospital. Trata de un fantasma que en el fondo no estaba enfermo sino solo y triste.
¡Hasta los fantasmas pueden llegar a contraer enfermedades, sobre todo si viven en ambientes insalubres o solitarios! Pero las divertidas rimas de esta historia nos recetarán el remedio infalible que cura todos los males, incluidos los fantasmales.
De nuevo le tenemos que agradecer esta obra a Carmen Gil, a la que ya presenté con anterioridad. Tenemos ante nosotros un cuento en verso ágil y con una gran dosis de humor, para que lo disfruten tanto niños como adultos. Los más pequeños encontrarán un personaje estrafalario y excéntrico que, aunque está muy necesitado de cariño y amistad, les animará a estimular su imaginación. En cambio, una lectura adulta -no exenta de humor- comprobará que muchos fantasmones pretenden dar miedo, si bien apenas son capaces de disimular su carencia afectiva.
El trabajo de Sarah Webster, la ilustradora, incide en el carácter humorístico del texto, a través de la técnica del acrílico temperado y el lápiz. Con un estilo impresionista para un cuento impresionante, la ilustradora recrea un ambiente hilarantemente fantasmagórico para una historia poética y esdrújula.
¡¡¡Un beso a todos los casi casi recién graduados!!!

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